sábado, 30 de mayo de 2009

LIBRO DE PROVERBIOS

o de las PARÁBOLAS. Escrito por SALOMÓN, entre los siglos X y IX antes de J.C.

El que es sabio de corazón recibe bien los avisos; para el mentecato cada palabra es un azote.
En el mucho hablar no faltará el pecado; mas quien sus labios refrena es hombre prudente.
La belleza de una mujer fatua es como sortija de oro en el hocico de un cerdo.
Corona de su marido es la mujer hacendosa; así como es una carcoma de sus huesos las de malas costumbres.
Quien guarda su boca, guarda su alma; pero el inconsiderado en hablar sentirá los perjuicios.
Quien anda con sabios, sabio será; el amigo de los necios se asemejará a ellos.
Come el justo y satisface su apetito; pero el vientre de los impíos no se saciará.
De toda ocupación se saca provecho; pero del mucho hablar solo miseria.
Quien es sufrido se gobierna con mucha prudencia; pero el impaciente pone de manifiesto su necedad.
Aficionase el hombre al dictamen que ya ha manifestado; mas aquella es óptima palabra que es la mas oportuna.
Aún el ignorante, si calla, será reputado por sabio y pasará por entendido si no despliega los labios.
Quien responde antes de oír muestra ser un insensato y digno de confusión.
La doctrina del hombre se conoce por la paciencia y su gloria es no hacer caso de las injurias.
Es honor del hombre huir de las contiendas; pero todos los necios se mezclan en altercados.
No pongas tus ojos en las riquezas que no puedas adquirir, porque ellas tomarán alas como de águila y se irán volando por el aire.
No te metas a discurrir en presencia de los necios, porque despreciarán tus juiciosos razonamientos.
No mires al vino cuando bermejea, cuando resalta su color en el vidrio; entra suavemente, mas a la postre muerde como culebra y esparce veneno como el basilisco.
Manzana de oro en canastilla de plata; así es la palabra dicha a su tiempo.
Nubes de viento que no traen lluvia es el hombre fanfarrón que no cumple sus promesas.
No frecuentes la casa de tu vecino, si no quieres que, harto de ti, te cobre aversión.
El látigo es para el caballo; el cabestro para el asno y la vara para las costillas de los necios.
No respondas al necio imitando su necedad, para que no te hagas a él semejante. Contéstale si, como su necedad se merece, para que no se crea él que es un sabio.
No te jactes de cosa que has de hacer el día de mañana, pues no sabes lo que dará de si el día siguiente.
Aun cuando majare al necio en un mortero, como se maja la cebada con el mazo, no desprenderás de él su necedad.
Tiénese por sabio al hombre rico; pero el pobre dotado de prudencia sabrá quitarle la máscara.
Tres cosas me son dificiles de entender, o mas bien cuatro, que ignoro totalmente; el rastro del águila en el aire, el rastro de la culebra sobre peña, el rastro de la nave en alta mar y el proceder del hombre en la mocedad.
Dad los licores a los afligidos y el vino a los que tienen el corazón lleno de amargura. Beban éstos para echar en olvido su miseria y no acordarse mas de su dolor.

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