viernes, 29 de mayo de 2009

ECLESIASTÉS

ECLESIASTÉS es uno de los libros bíblicos escritos por SALOMÓN, hijo de DAVID, rey de Israel entre los siglos X y IX antes de J.C.

Vanidad de vanidades, dijo el Eclesiastés; vanidad de vanidades y todo vanidad.
¿Qué saca el hombre de todo el trabajo con que se afana debajo de la capa del sol?
Pasa una generación y le sucede otra, mas la tierra queda siempre estable.
Todos los ríos entran en el mar y el mar no rebosa; van los ríos a desaguar en el mar, lugar de donde salieron , para volver a correr de nuevo.
Todas las cosas son difíciles; no puede el hombre explicarlas con palabras. Nunca se harta el ojo de mirar ni el oído de oír.
¿Que es lo que hasta aquí ha sido? Lo mismo será. ¿que es lo que se ha hecho? Lo mismo que se ha de hacer.
Nada es nuevo en este mundo ni puede nadie decir: he aquí una cosa nueva; porque ya existió en los siglos anteriores a nosotros.
No queda memoria de las cosas pasadas; mas tampoco de las que están por venir habrá memoria entre aquellas que vendrán después de lo ultimo.
Yo he visto todo cuanto se hace debajo de la capa del sol y he hallado ser todo vanidad y aflicción del espíritu.
Las almas pervertidas con dificultad se corrigen y es infinito el numero de los necios.
Puesto que la mucha sabiduría trae consigo muchas desazones y quien acrecienta el saber, también acrecienta el trabajo.
Entonces dije yo en mi corazón; iré a bañarme en delicias y a gozar de los bienes. Mas luego eché de ver que también esto es vanidad.
Tiene el sabio los ojos en su frente, pero el necio anda a oscuras. Con todo observé que ambos a dos vienen a morir igualmente.
Por lo que dije en mi corazón: si yo he de morir lo mismo que el necio, ¿de que me sirve haberme aplicado con mayor desvelo a la sabiduría? Y discurriendo para conmigo inferí que aun esto era vanidad.
Porque no ha de se eterna la memoria del sabio, como no lo es la del necio; y los tiempos venideros sepultarán en el olvido todas las cosas; muriendo así el docto como el ignorante.
Después de haber trabajado uno con sabiduría y doctrina, viene a dejar lo adquirido a un holgazán; cosa que ciertamente es una vanidad y mucha desdicha.
¿No sería mejor comer y beber y regalarse con lo ganado a costa de sus fatigas? Pero este don viene de la mano de Dios.
Y así he conocido que lo mejor de todo es estar alegre y hacer buenas obras mientras vivimos.
Lo que fue hecho, eso mismo permanece, lo que ha de ser ya fue; porque Dios renueva lo que pasó.
¿Quien ha visto si el alma de los hijos de Adán sube hacia arriba y si el alma de los brutos cae hacia abajo?
Mas vale un puñadito con descanso que las dos manos llenas con trabajo y aflicción de espíritu.
Mejor es, vivir dos juntos que uno solo, porque es ventajoso el estar en compañía.
Si duermen dos juntos se calentarán mutuamente; uno solo ¿Cómo se calentará?
A los muchos cuidados se siguen sueños y en el mucho hablar no faltarán sandeces.
El avariento jamás se saciará; y el que ama las riquezas ningún fruto sacará de ellas.
Dulcemente duerme el trabajador, ora sea poco, ora sea mucho lo que ha comido; pero está el rico tan repleto de manjares que no puede dormir.
Por tanto, yo tengo por una cosa bien hecha el que el hombre coma y beba y disfrute con alegría del fruto de las fatigas que ha de soportar en este mundo, durante los días de vida que Dios conceda y ésta es la suerte que le pertenece.
Y cuando concede Dios a un hombre conveniencias y hacienda, dándole al mismo tiempo facultad para gozar de ellas y disfrutar de la parte que le ha tocado y alegrarse con el fruto de su trabajo, es esto un don de Dios.
Los días de su vida se le pasarán casi sin sentirlo, porque Dios le llenará el corazón de delicias.
Todo el afán del hombre es para saciar su boca, mas su alma no quedará saciada.
Mucho se habla y discurre en las disputas y en todas ellas se vé mucha vanidad.
Las risas del insensato son como el ruido de las espinas cuando arden debajo de la olla y así también esto es vanidad.
No digas: ¿De que proviene que los tiempos pasados fueron mejores que los de ahora?, pues ésta es una pregunta necia.
La sabiduría con riquezas es mas útil y aprovecha más a los hombres.
Tú, en el día que tengas bueno, goza del bien y prevente para el día malo; porque como Dios ha hecho aquél, así ha hecho éste, sin que ningún hombre tenga justo motivo para quejarse.
No quieras ser demasiado justo ni saber mas de lo que conviene, no sea que vengas a parar en estúpido.
Bueno es que socorras al justo, mas no por esto retires tu mano de otros, pues quien teme a Dios a nadie desecha.
No te pares a escuchar todas las conversaciones que se tienen, no sea que oigas a tu siervo murmurar de tí.
Ya que tu conciencia te atestigua que tú también has murmurado frecuentemente de otros.
Hallé que es mas amarga qque la muerte la mujer, la cual es un lazo de cazar y una red su corazón y sus manos, unos grillos. Quien es grato a Dios, huirá de ella; pero el pecador, quedará preso.
Razón que aún anda buscando mi alma sin haberla podido descubrir; porque entre mil hombres hallé uno y ninguna entre todas las mujeres.
que no hay bien para el hombre en esta vida, sino el comer y beber, y estar contento y que esto es lo que únicamente sacará de su trabajo en los días de su vida que le ha concedido Dios en la tierra.
al fín entendí que no puede el hombre hallar razón de todas las obras de Dios que se hacen en este mundo y que cuanto mas trabaje por descubrirla menos la hallará, aunque dijere el sabio que el la sabe, nunca podrá dar con ella.
No hay hombre que viva siempre ni que pueda presumirse de esto; el perro que vive, vale mas que el león muerto.
Pues los vivos saben que han de morir, pero los muertos no saben ya nada, ni están en estado de merecer y su memoria ha quedado sepultada en el olvido.
Asimismo el amor y el odio y las envidias se acabarán juntamente con ellos y no tendrán ya parte ninguna en este siglo ni en cuanto pasa debajo del sol.
Anda, pues y come con alegría tu pan y bebe con gozo tu vino, ientras tus obras son agradables a Dios.
Estén blancos en todo tiempo tus vestidos y no falte en tu cabeza el bálsamo.
Goza de la vida en compañía de tu amada esposa, durante todos los días de tu vida instable, que se te han concedido debajo del sol por todo el tiempo de tu vanidad, ya que mientras vives ésta es la parte que te toca de tu trabajo, con que andas afanado en este mundo.
Todo cuanto pudieras hacer, hazlo sin perder tiempo; puesto que ni obra, ni pensamiento, ni sabiduría, ni ciencia, ha lugar en el sepulcro, hacia el cual vas corriendo.
Volví mi consideración a otro asunto y observé que debajo del sol ni la carrera es de los ligeros, ni de los valientes la guerra, ni el pan para los sabios, ni para los doctos las riquezas, ni de los peritos en las artes es el crédito; sino que todo se hace por azar y a la ventura.
Las palabras de los sabios son oídas en silencio, mas que los gritos de un principe entre tontos.
Mas vale la sabiduría que las armas militares, mas quien errare en un solo punto perderá muchos bienes.
Las moscas muertas en el perfume echan a perder su fragancia; una pequeña y momentanea imprudencia es mengua de la sabiduría y de la gloria.
El corazón del sabio esta siempre en su mano derecha; el corazón del insensato, en su izquierda.
Además, el necio que va siguiendo su camino, como él es un insensato, tiene por tales a todos los demás.
El detractor oculto es semejante a la sierpe que pica sin hacer ruido.
Las palabras de la boca del sabio salen llenas de gracia; los labios del insensato le precipitarán.
Sus primeras palabras son una necesad y un error perniciosisímo el remate de su habla.
El tonto habla mucho. Ignora el hombre lo que pasó antes de qque naciese y lo que sucederá después, ¿Quién se lo podrá mostrar?
Tu no murmures del rey ni aún por pensamiento, ni hables mal del rico en el interior de tu gabinete: porque las mismas aves del cielo llevarán tus palabras y los pájaros publicarán cuanto has dicho.
Asi como ignoras por donde viene el espiritu y la manera como se compaginan los huesos en el vientre de la que está encinta; asi tampoco puedes conocer las obras de Dios, hacedor de todas las cosas.
Gózate oh joven, en tu mocedad, disfruta de los bienes tu alma en los días de tu juventud, sigue las inclinaciones de tu corazón y lo que agrada a tus ojos; pero sábete que de todas estas cosas te pedirá Dios cuenta en el día en que te juzgue.
Los dichos de los sabios son como aguijones y como clavos incados profundamente.

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