domingo, 31 de mayo de 2009

ALEJANDRO MAGNO

ALEJANDRO MAGNO

Aquiles es uno de los guerreros mas famosos de la leyenda clásica. Fue el héroe principal de los griegos en la guerra de Troya, en la que provocó a Héctor en lucha singular y le mató. Aquiles era invencible, porque solo una pequeña parte de su cuerpo, el talón izquierdo era vulnerable. Su madre Tetis, para hacerle invulnerable, le bañó en la laguna Estigia, pero le sostuvo por el talón mientras le bañaba y la invulnerabilidad no le alcanzó aquella parte de su cuerpo. Y por allí le hirió la flecha de Paris dirigida por Apolo. Aquiles se había retirado de la guerra de Troya después de un disgusto que tuvo con Agamenón. Y no volvió hasta que supo la muerte d su íntimo amigo Patroclo. Y para vengarle, mató a Héctor, que había dado muerte a Patroclo.
Alejandro Magno contemplaba una vez una estatua de Aquiles y no parecía muy contento.
· ¿No te gusta? – le preguntaban.
· Le envidio – dijo Alejandro.
Y explicó su envidia así:
· Le envidio porque tuvo un amigo fiel (Patroclo) y un poeta como Homero que cantó sus heroicidades.


Alejandro recibía a los embajadores del Rey de Persia, Darío. Les preguntaba cosas de su país y ellos le hablaban de las riquezas que Darío guardaba acumuladas. Y al fin, Alejandro les dijo:
· Vuestro rey es rico, pero su riqueza se la puedo quitar. Yo no soy rico, pero soy grande; y mi grandeza no me la puede quitar nadie.


Cuando Alejandro se disponía a emprender su primera expedición guerrera por tierras de Asia, Aristóteles, su maestro, le dijo:
· Eres muy joven para la guerra. Mejor harías en esperar un tiempo y entonces la prudencia podría ser ya tu consejera.
· No lo dudo, pero ahora mis consejeros serán el impulso y la audacia, propios de la juventud.
Y gracias a tales consejeros obtuvo, en su primera expedición, sus primeras victorias.
Que fue rey de Macedonia y discípulo de Aristóteles es cosa generalmente sabida, sobre todo lo primero; que conquistó casi todo el mundo entonces conocido también. Y es posible que casi todo el mundo sospeche que tanta conquista solo le sirvió para la satisfacción de su afán de poder y de su instinto guerrero, pues no consiguió ni pacificar todo lo conquistado no gozarlo en paz. Murió a los 33 años y a su muerte, continuaron dominando el mundo conocido los cuatro jinetes del Apocalipsis.


Plutarco, en su Vida de Alejandro, asegura que un rayo cayó sobre la madre de Alejandro sin hacerle ningún daño y que después de esto vio que estaba en cinta. Y así no le fue difícil al padre de Alejandro suponer que su hijo había sido engendrado a medias entre él y los dioses, los últimos en forma de rayo.
El día de nacimiento de Alejandro (que no fue un día de día sino un dia de noche) ardió el templo erigido a Diana, en Éfeso. Diana es el nombre que los latinos dieron a la diosa Artemisa.

Cuenta Plutarco que Alejandro fue educado, desde muy niño, para la guerra y como buen guerrero, para la victoria. Y como niño sabía sacar fruto de la educación que le daban, una vez que su padre Filipo regreso victorioso de una batalla, en vez de mostrar alegría mostró enfadado y le gritó a su padre:
· Si tú ganas todas las batallas, ¿Qué dejarás para mí?
· Así hablaban, se ve, los héroes guerreros de entonces.


Alejandro muy joven todavía (todo lo hizo en la juventud, pues apenas si llegó a la madurez), participaba en un banquete. Y de sobremesa unió su voz a la de los cantores y cantó con ellos. Resultó que su voz era agradable y que cantaba muy bien. Los otros enmudecieron y durante un buen rato, solo se oyó la voz de Alejandro. Hasta que su padre le interrumpió con esta advertencia:
· ¿No te da vergüenza hijo mío cantar así?
Le daba a entender con esto que el canto no es una virtud guerrera, ni una condición natural digna de un rey.


Alejandro tuvo, además de Aristóteles, otro preceptor llamado Leónidas. Y una vez que Alejandro ofrecía sacrificios a los dioses, quemaba tanto incienso que Leónidas le advirtió:
· Tanto incienso a la vez es un desperdicio.
Más tarde Alejandro conquistó la Arabia, donde el incienso se produce. Y regreso a Macedonia con un cargamento de incienso.
Llamó a Leónidas, le enseñó el incienso y le dijo:
· Según tú yo lo desperdiciaba. Y ya ves como los dioses me devuelven, con creces, lo que yo desperdicié por ellos.


Un mendigo, llamado Bianco, pidió limosna a Alejandro. Y el rey le dio a elegir entre las ciudades conquistadas, con la promesa de nombrarle gobernador de la que eligiera. Bianco no creía que aquello fuese posible. Y Alejandro le dijo:
· No pienses en ti, que solo eres el mendigo Bianco. Piensa en mi, piensa que es Alejandro el que da. Y la dadiva tiene que ser digna de mi; no de ti


Uno de los soldados de Alejandro se llamaba también Alejandro. Y el rey de Macedonia le llamó a su presencia. El soldado le dijo:
· Cambiaré mi nombre por otro, si es esto lo que quieres de mí.
· No es esto lo que quiero. Pero si te llamas Alejandro, como me llamo yo, quiero que en las batallas, hagas honor a este nombre, como se lo hago yo.
Y así supo hacer, de un soldado un héroe.


El filosofo Zenocrates era amigo de Alejandro. Y un día Alejandro, para recompensarle, le dio una bolsa llena de monedas de oro. Zenocrates no quiso tomar el dinero. Dijo que no lo necesitaba para nada. Alejandro le gritó:
· - ¡Mala filosofía la tuya! ¿es que no dispones de amigos entre los cuales puedas repartir este dinero? No me bastan a mí los tesoros de Darío para recompensar a todos mis amigos y ¿no eres capaz tú de repartir entre los tuyos las monedas de esta bolsa? Compadezco tu filosofía.


El poeta Antagora iba con las huestes de Alejandro y cantaba en buenos versos (de los que nos e conoce ninguno) las proezas del héroe. Antagora era muy aficionado a la pesca y él mismo se guisaba los peces después. Un día, Alejandro le sorprendió mientras guisaba los que acababa de pescar. Y le preguntó:
· -¿Crees que Homero, cuando cantaba las proezas de los héroes griegos y troyanos, se entretenía guisando peces?
Y el poeta le contestó con otra pregunta:
· -¿Crees tú que los héroes griegos y troyanos de aquella guerra se metían con lo que hacía Homero entre canto y canto?
Parece que la contestación divirtió mucho a Alejandro.


Cuenta Plutarco que un emisario conducía al palacio de Alejandro un mulo con un cargamento de oro. Tanto oro llevaba el mulo, que no pudo con el peso y se desplomó. El emisario cargó el oro sobre sus hombros y así, despacito, agobiado, sustituyó al mulo y consiguió llegar a palacio. Cuando Alejandro le vio tan agotado le preguntó:
- ¿Serías capaz de llevar este oro un poco mas lejos?
- Por ti Alejandro, soy capaz de todo
- Pues si lo llevas hasta tu casa, tuyo es.
No dice Plutarco si el buen hombre consiguió o no llevar el oro hasta su casa.

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